Por Marcio Nieto
Muy frecuentemente, los chicos y los padres se preguntan por las carreras con más salida laboral, pensando en el futuro: qué empleos serán requeridos en un tiempo no muy lejano y otros enfoques similares. Pero a la hora de elegir una carrera, es menos frecuente la reflexión de los futuros trabajadores (y sus padres) acerca de su vocación.
Un problema muy grave que existe entre los adolescentes es la búsqueda de carreras basado exclusivamente en el futuro nivel salarial. Aunque la estabilidad económica es importantísima, pero no se trata del único elemento a tener en cuenta a la hora de elegir el rumbo propio (y, sin dudas, no se trata de la clave unívoca de la felicidad). Son incontables las historias del abogado que quería ser músico y, lastimosamente, lleva su guitarra a las reuniones por si alguien le pide que le regale una canción…
La vocación es definida por el diccionario como una inclinación o interés que la persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo. También se la asocia con la posibilidad de ser felices además de exitosos, con la elección hecha.
La vocación tiene tres dimensiones:
- Vocación llamado: es la voz que nos dice desde dentro, y también desde el entorno, que hay algo que es importante y a lo que uno puede contribuir. Reflexionar sobre lo que uno considera valioso, en qué problema o desafío de la sociedad se puede aportar es un camino para encontrarla.
- Vocación tendencia: es la fuerza interior o energía que te impulsa en una dirección. Te hace ser constante en el estudio, dedicarle tiempo y explica por qué ciertas asignaturas te gustan más que otras. Para descubrirla se suele pensar en lo que a uno le gusta hacer a lo que se le dedica más tiempo cuando se puede decidir.
- Vocación respuesta: Es la carrera o trabajo específico en que se traduce vocación de la persona.
Aunque la vocación se va despertando desde la niñez, se desarrolla con plenitud en la adultez. Lo que uno hace en la vida es la respuesta a la petición de los sistemas a los que pertenece. Lo que más influye son las circunstancias personales, especialmente todo lo que ha ocurrido espontáneamente en nuestras vidas. La vocación no es algo innato, sino que se construye en el día a día; es una búsqueda, es elegir una carrera basada en las preferencias, y como tal requiere buscar información lo más completa posible para poder elegir con todas las cartas en la mano.
¿Qué pasa si el instinto vocacional es diferente a mi realidad? En esos casos en que los anhelos personales no están en consonancia con la realidad, uno debe hacerse responsable de su propia realidad y en la medida de lo posible generar escenarios internos para satisfacer dichos anhelos. Animarse a hacer eso que parecía una locura puede ser, muchas veces, la menor de las locuras.