Psicología

Psicoanalisis o psicoterapias: ¿qué tener en cuenta a la hora de consultar?

Todos los niños necesitan y merecen ser criados con límites y, para ello, los padres tenemos que estar dispuestos a imponerlos de la mejor manera posible. Poner límites nunca ha sido una tarea fácil y hoy en día, dentro de la vertiginosidad en la que estamos inmersos, es aún más difícil.

febrero 2020 | OAP! Nº148

Por Vanina Leis

 

En nuestro país, mucha gente llama a un psicólogo o psicoanalista cuando viene sufriendo hace tiempo o hay algo que no puede resolver. Muchos consultan teniendo algún conocimiento del campo psi. Otros, en cambio, lo hacen no estando al tanto de las particularidades de los distintos tratamientos posibles.

¿Qué es el psicoanálisis? ¿Qué son las psicoterapias? ¿Qué diferencias hay entre uno y otro?

Desarrollaremos el tema teniendo en cuenta algunos puntos: la formación y escucha de los distintos profesionales; el punto de partida del tratamiento; y la finalización de los mismos.

Para comenzar, entre las diferencias que existen entre psicoanálisis y psicoterapia está la formación del psicoterapeuta y del psicoanalista.

En las psicoterapias predomina el saber del psicoterapeuta, que es un psicólogo o médico que se ha formado en una teoría determinada (sistémica, gestáltica, cognitivo-conductual, u otra teoría) y con su saber busca promover los cambios que considera necesarios en la vida del paciente, tratando de que él o ella alcance un supuesto estado de salud. Se trata de una técnica que se estudia y se aplica. Podría decirse que de antemano se sabe qué está bien y qué está mal para el paciente, es decir, qué es bueno y qué es malo. El problema de ello es que, muchas veces, lo que puede estar bien o ser bueno para uno puede no estar bien o ser bueno para otro.

Un analista también es un profesional, psicólogo o médico, pero que se formado en la teoría psicoanalítica y además se analiza o se ha analizado. Su análisis personal le permite no involucrar sus sentimientos, sus prejuicios, su  subjetividad, en los tratamientos que conduce. Lo que orienta el tratamiento es el deseo del paciente y no lo que el analista cree bueno o malo para el paciente.

La formación de un terapeuta y de un analista es diferente, como así también la escucha con la que cuentan. Quisiera ejemplificar ello con el siguiente recorte clínico. Marianela* se presentó diciendo que hacía un mes había perdido un embarazo y que “tenía” que ponerse bien porque “tenía” que buscar otro embarazo. Le pregunto, entonces, por qué “tenía” que buscar un embarazo, poniendo el acento en eso que se dejaba escuchar como algo más ligado al deber que al deseo. Cuenta que venía de un tratamiento con un psicoterapeuta al cual yo conocía,  y  que lo que se buscaba allí era aliviar su angustia y que tuviese un hijo, que era lo que ella decía que quería. Dejaba escuchar que había cosas que le pasaban que no estaban interrogadas aún. La intervención del analista dio lugar a que Marianela pueda preguntarse por qué estaba tan apurada por buscar un embarazo, qué quería decir que “tenía que ponerse bien para buscar un embarazo”. La diferencia en la escucha entre un terapeuta y un analista radica, principalmente, en si hay o  no  lugar para que el paciente se formule una pregunta acerca de lo que le pasa.

Otra de las cuestiones es el punto de partida de tratamiento, y ello implica dos modos diferentes de tratar el sufrimiento.

En el campo de la psicoterapia el punto de partida está ligado a lo que se considera “normal” o lo que se entiende como estado de salud, que es un estado “ideal” planteado por la teoría, al que se procura que el paciente llegue.

 En psicoanálisis, en cambio, partimos de la pregunta por qué le pasa al paciente. Un analista invita a un paciente a hablar porque en lo que dice está la verdad de lo que le sucede. El saber está del lado del paciente, por eso es necesario que hable. El analista, con su saber hacer, conducirá el tratamiento y no al paciente. Conducir al paciente en lugar de conducir el tratamiento implica apelar a la sugestión: dirigir al paciente hacia algún ideal.

El paciente llama suponiéndole un saber a quién consulta y de esta manera le otorga un poder al profesional. Ese poder es enorme y con él mismo se podría llevar a alguien donde se pretende. Hacer uso de dicho poder implica sugestionar. Un analista no opera a partir de la sugestión sino que hará las intervenciones necesarias para que el paciente produzca un saber, como consecuencia del cual se aliviará su sufrimiento y se producirán cambios significativos en su vida. Si para algo sirve un psicoanálisis en justamente para vivir mejor.

Volviendo al caso clínico que he tomado como ejemplo, podemos decir que la sugestión del terapeuta operaba en el punto en donde le insistía a la paciente para que se embarace, porque ella decía que quería tener un hijo. Cuando Marianela advirtió que su apuro tenía que ver con la insistencia del terapeuta empezó a preguntarse por qué ella buscaba embarazarse rápido en lugar de ver qué le estaba pasando. Estando ya en análisis, comenzó a hablar de ello, terminó con la pareja con la que estaba y a la cual no amaba, y comenzó una nueva relación amorosa, fruto de la cual nació su hijo.

Por otra parte, muchas veces se tiende a diferenciar erróneamente al psicoanálisis de las psicoterapias pensando en la duración de los mismos. Se dice, por ejemplo, que un análisis puede durar muchos años porque se trata de develar una verdad oculta que tiene que ver con la infancia de la persona; mientras que las terapias resuelven rápidamente los problemas de los pacientes. Ello no necesariamente es así. Puede darse que una terapia dure muchos años como así también que un análisis sea corto. Muchas veces, el psicoanálisis el más breve que una psicoterapia. Suele ocurrir que, cuando el paciente logra resolver el motivo por el cual consultó, se decide la terminación de ese tratamiento para ese tiempo.  Otras veces el paciente emprende el camino de un análisis. La finalización de un análisis depende, en definitiva, de cada tratamiento.

Para finalizar, cabe aclarar que al plantear las diferencias entre uno y otro es importante no perder de vista que como nada es apropiado para todo el mundo, ni las psicoterapias ni el psicoanálisis son para todo el mundo. No hay una verdad absoluta respecto de qué es lo mejor para cada paciente. Habitualmente los pacientes llegan a los consultorios recomendados por alguien de su entorno. De ese modo, quien hace la recomendación también transmite cierta confianza al profesional al cual sugiere.

A la hora de pedir ayuda nadie tiene por qué saber de tales cuestiones. Sí es de importancia tener en cuenta que existen distintos  modos de abordar el sufrimiento y que preguntarse por qué es lo que nos está pasando es conveniente, ya que siempre es mejor saber que no saber qué es lo que a uno le pasa. Cuando alguien sabe qué le pasa y qué quiere para sí, puede, entre otras cosas, vivir lo más acorde posible a cómo quiere vivir.

 

* A los fines de preservar la identidad del paciente, el nombre ha sido cambiado.

 

** Vanina es Lic. en Psicología (UNLP), Psicoanalista. Atiende adolescentes y adultos | vaninaleis@hotmail.com

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