Entrevista

Milo Lockett, pragmático y positivo

diciembre 2018 | OAP! Nº136

Por Valeria Chiti*

 

FICHA OAP

Nombre: Guillermo Emilio Lockett, nunca lo llamaron Guillermo y su hermana menor no podía pronunciar la E por lo que siempre fue Milo; escuela: Normal de Resistencia, a Milo le encantan las matemáticas “se aplican a todos los órdenes de la vida”; música: Las Pelotas, Notevagustar, Calamaro, lo acompañan mientras dibuja; un juego: el ajedrez, “te da otra construcción sobre la vida”; una película: El gran pez, “me siento muy identificado”; un animal: el elefante, su preferido desde niño y hasta hoy, “un bicho tierno con muchos condimentos” que ganó un lugar en sus obras; una comida: polenta con queso para un día lluvioso; un deporte: el básquet, “mi primera frustración fue haber nacido petiso y gordo y querer jugar al básquet”, fue también una enseñanza para desarrollar otras aptitudes y conseguir jugar por ejemplo organizando al equipo; un libro: El principito, “luego de muchas relecturas me sigue llamando la atención”; ¿qué es lo más te molesta en lo cotidiano?: no hay algo puntual, prefiere “dar vuelta el día” y lograr que lo molesto se vuelva a favor (¡generalmente lo consigue!); ¿qué es lo que más admirás de los niños?: la honestidad, “para bien y para mal siempre dicen lo que piensan”, responden a sus emociones.

 

Milo Lockett se reclina sobre la mesa ratona de su local en Palermo para responder a las preguntas de OAP, viene con su ropa de trabajo repleta de salpicaduras de pintura y retrasado de cerrar propuestas para futuras participaciones artísticas. Sonríe, saluda y vamos al grano. Se lo ve práctico, intenso, colorido y directo, como sus obras.

Los días en su vida son “largos” intentando alternar mucho trabajo con la vida en familia. Amaneciendo temprano para aprovechar algún desayuno compartido y tirando hasta tarde para ver a sus hijos. Con dormir un par de horas Milo logra continuar el ritmo intenso que se ha propuesto. Lockett vive con su actual mujer Luciana y sus dos hijos Jerónimo (4) y Tomás (3) y están esperando un tercero, llevan dos meses de embarazo. Anteriormente tuvo una hija Olivia que hoy tiene 20 años y reside en Chaco. Con tres hijos y uno en camino Milo confiesa que es muy difícil ser papá, que conlleva una gran responsabilidad para la cual uno generalmente no está preparado. “Ser papá es tremendo, los hijos requieren mucho tiempo y dedicación y vienen sin instrucciones. La paternidad se va gestando sobre la marcha”.

Todas las acciones de Milo apuntan a la practicidad y a evitar problemas innecesarios. Resuelve expeditivamente. Maneja sólo moto y cuando lo llevan en auto aprovecha el tiempo para resolver temas de trabajo desde su teléfono. No es heavy user de redes sociales, usa el celu para trabajar y luego se desconecta de él para concentrarse en su objetivo de pintar. Mira todo lo que despierta su curiosidad, aún aquello que no le gusta para decodificarlo y sacar cosas en limpio.

Su convivencia con la fama dice no afectarlo demasiado y ser muy consciente de querer llevar una vida “normal”. De procurar ser saludado en el barrio como él mismo, un vecino más y no por ser conocido. La fama no lo seduce y su participación social es escasa. No dejarse llevar y mantener un entorno de normalidad son las recetas que funcionan para él.

Luego de dedicarse por años a la industria textil, su fábrica de remeras en Resistencia se funde en 2002 y Lockett decide convertirse en pintor. “No quería trabajar de otra cosa, quería que ésto suceda”. Frente a esta decisión trascendental Milo siente que su persona, su esencia, pensamientos, ideales no cambian sino su ocupación. Si  bien admite que el comienzo fue duro y de que en este rubro no hay certezas, fue clave darse a conocer, mostrarse accesible para ser descubierto y explotar y “casi sin saber cómo pasó” convertirse en el artista de renombre que es hoy.

“Yo quiero vivir de ésto, quiero que se venda porque quiero pintar, éste es mi mundo”.

Sin conflicto para poner un valor a su obra reconoce que éste es regido por el mercado y no es un tema que permite que lo agobie. No persigue la fantasía de ser un artista prohibitivo sino mantener su margen de alcance.

Frente a la gran demanda que enfrenta actualmente, Milo se rodea de un equipo de gente que incluye pintores asistentes y colaboradores de otros rubros comerciales y legales que hacen que él pueda seguir dedicándose a lo que le fascina: pintar. Sus objetivos hoy en día no implican un crecimiento que lo desborde, que le impida dedicar un tiempo a los suyos. “Quiero disfrutar de un asado, comer con mis amigos”.

Con respecto a sus ambiciones profesionales reconoce que su carrera le ha dado gran reconocimiento y premios nacionales y que no quiere pecar de codicioso o vanidoso. “Recibo mucho cariño, mucho respeto de mis colegas, estoy más que agradecido”.

Su actual preocupación tiene que ver con la educación que considera “es la gran deuda interna de la Argentina” y sobre este tema se encuentra investigando con el objetivo de realizar documentales.

“La cultura es la base y la educación la única salida para los argentinos” acota Lockett.

Su reconocimiento va de la mano con su solidaridad. En concordancia con sus intenciones de “ser una persona de bien” y de “sumar” Milo acostumbra realizar donaciones de obras, jornadas artísticas, apoyo a campañas de bien público y todo lo que esté a su alcance para ayudar a múltiples entidades y comunidades con necesidad. Puntualmente en este pasado mes de Octubre Lockett cedió su espacio en Palermo para la realización de la muestra “Cáncer, arte y comunicación” que recogió vivencias de pacientes con diagnóstico oncológico en las obras de Milo.

Siempre dentro del contexto artístico Lockett logra una vez más expandir los límites de la comunicación, creando nuevos vínculos basados en la proximidad.

Su obra claramente figurativa, con temas recurrentes como el amor, la familia, algunas pocas palabras en inglés, otras en castellano no tiene complejidad. ”No necesito esconder un mensaje”, es accesible visualmente, directa. “El mundo y las personas son demasiado complejos, mi obra es simple”.

Incluso los materiales con los trabaja son sencillos, nada que no pueda conseguirse fácilmente.

La mesa de su estudio se ve repleta de baldecitos y recipientes coloridos, pinceles y latas de pintura. Trabajaba sobre madera y ahora sobre tela, con pintura acrílica al agua que resulta bien cubritiva, siendo esta característica la que más le interesa. Los materiales no condicionan la obra, son simples para que la creación fluya. “Nada que me limite a la hora de hacer”.

Milo Lockett se convierte finalmente en lo más alejado del mito del artista en su pedestal, celoso de su secreto profesional y sus saberes.  Acorta las distancias brindándonos un arte accesible y directo, pragmático y positivo como su autor.

-OAP agradece la entrevista y el tiempo compartido-

 

* Valeria es diseñadora gráfica de la UBA y se desempeña como redactora creativa | valeriachiti@hotmail.com

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