Generalmente, muchos padres eligen al deporte como actividad fuera del colegio para sus hijos. Las opciones pueden ser muy variadas: taekwondo, fútbol, natación, patín artístico, vóley y muchísimas más. Además de brindar momentos de distracción, el deporte brinda a los chicos la posibilidad de socializar con sus pares, crear nuevos vínculos, fortalecer el trabajo en equipo y ayudar en su crecimiento. Lo importante en las etapas de la infancia es siempre resaltar el costado lúdico por sobre la competencia, para que ese momento de ocio no se convierta, justamente en una obligación más a cumplir. Es tan importante ese valor lúdico y de ocio que aporta el deporte en los niños que cada vez aparecen más opciones disponibles, tanto en entidades privadas como en clubes de barrio, fuera de lo “convencional”. Una de esas llamativas alternativas es el Cestoball.
¿De qué se trata? Bueno, el nombre nos acerca dos pistas bastantes acertadas para aventurar una definición intuitiva. En primer lugar al hablar de “cesto” nos indica que hay una canasta para embocar un objeto, que en este caso, sería “ball”, del inglés pelota. Por tal motivo, cuando se fundó en nuestro país en 1897, este deporte se llamó originalmente “pelota en cesto”. Son muchos los años que el Cestoball ha recorrido clubes en nuestro país, aunque ha sufrido crisis por los vaivenes económicos que lo dejaron sin financiamiento. En sus orígenes, de la mano de Enrique Romero Brest (padre de la educación física), la “pelota en cesto” fue pensando como un deporte donde podían participar mujeres en conjunto. Hoy en día, el deporte sigue siendo mayoritariamente practicado por cientos de chicas, pero también hay equipos masculinos que quieren ganar terreno en esta área.
El Cestoball consiste en el traslado de una pelota, por medio de pases con las manos hasta el cesto adversario, donde se intentará convertir un tanto lanzando esa pelota al cesto. Por su parte, el equipo contrario tratará de obstruir esa jugada y robar la pelota para realizar el mismo movimiento en un cesto contrario. El equipo está conformado por seis jugadores y cada uno de ellos puede lanzar el tiro al cesto desde cualquier lugar de la cancha donde se encuentren. La superficie de juego es rectangular, dividida en dos zonas donde habrá un cesto en cada una, que determina la zona de ataque y la de defensa. El tiempo total de juego es de cuarenta minutos, dividido en dos tiempos de veinte, con un descanso de cinco minutos en el medio. Cabe destacar que la pelota puede ser recibida únicamente por las manos, a excepción de las muñecas y el antebrazo.
A simple vista, las semejanzas con el handball y el básquet son muchas. Parece una disciplina creada a caballo de estos otros juegos emparentados. Pero se trata de un deporte con sus propias costumbres y reglamentos, que se diferencia del handball en el hecho de que no hay un arquero y se distingue del básquet ya que el cesto es muchísimo más angosto y la altura es mayor a la que el aro de básquet profesional. Para las categorías inferiores, el cesto está colocado a 2,80 metros de distancia mientras que en las mayores esa distancia aumenta a 3,20 mts. Además, tanto en el básquet como en el handball se puede picar la pelota, pero esto no está permitido en el cestoball. La distancia en el pase de la pelota entre los jugadores del equipo mínimamente debe ser de dos pasos.
Desde el Reglamento de Cestoball, difundido por la CADC (Confederación Argentina de Cestoball) destacan los valores que trae aparejado este deporte como el compañerismo y la participación, como así también su aporte al desarrollo físico y motriz de los chicos. “En el Cestoball, como en otros deportes de conjunto, se desarrollan las diferentes cualidades físicas, los aspectos psicológicos y valores sociales de cada una de las personas que lo practican. Pero además, por sus particulares características tácticas y técnicas, y la dinámica que su juego implica, estimula un amplio sentido de cooperación entre quienes participan, ya que al no picar la pelota la única opción para jugarla es hacerse pases con las manos con los compañeros; esto hace que los jugadores deban desplazarse constantemente para jugar o recuperar la pelota, para lo cual, es imprescindible la utilización de formas básicas de movimientos como el correr, saltar, lanzar, recibir, encestar, estimulando también cualidades físicas desarrollando la resistencia aeróbica y anaeróbica, la fuerza, la velocidad y la potencia”. Así informa el estatuto de esta disciplina antes de meterse de lleno con las especificidades técnicas y reglas que le atañen.
Por supuesto que son múltiples y variados los deportes por descubrir, y muchas las horas de ocio por cubrir. Pero es interesante tener presenta al Cestoball como una buena alternativa para recuperar el verdadero sentido del deporte, que se enmarca en un contexto lúdico y solidario, donde lo más importante es compartir con un compañero de equipo la alegría de desarrollar un juego en conjunto. Por más que muchas veces se piense al deporte como una competencia extrema, nunca va a dejar de ser un juego, un buen momento de distracción. Así que, niños, padres, amigos, ¡a jugar!