Psicología

Angustia y pánico, una mirada psicoanalítica

abril 2020 | OAP! Nº150

Por Vanina Leis

 

Cuando Analía llegó al consultorio se la notaba algo nerviosa. Entró diciendo que era bueno haber tenido que venir ese día al consultorio porque estaba con “pánico”. Le pregunté que le pasaba y me contó que había tenido una discusión con su esposo, en la que él le había dicho que ella no iba a poder ir a un lugar donde estaba interesada en ir. El “no vas a poder” de su esposo no se trataba de una prohibición por parte de este sino de un comentario que para ella se tornaba invalidante, dado que (como veremos luego) la remitía a un lugar conocido.

¿De qué hablamos cuando hablamos de angustia? ¿Qué es el pánico? El término “pánico” o las expresiones “ataque de pánico” o “trastorno de pánico” forman parte, muchas veces, del discurso de quienes nos consultan o se encuentran en tratamiento. La industria farmacéutica, de la mano de la psiquiatría, ha colaborado a esto proponiendo tratamientos que apuntan a eliminar los síntomas.

Estas categorías se encuentran definidas en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V). Se define allí al ataque de pánico como la aparición súbita de miedo o  malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen síntomas tales como palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar, sensación de ahogo, náusea, miedo a morirse o a volverse loco. Tales definiciones son descriptivas y no atienden a la dimensión de la causa.

Analía apelaba a la categoría de pánico para definir lo que le pasaba, impregnada del discurso médico con el cual había estado muy en contacto años atrás, cuando varios de los síntomas antes mencionados eran recurrentes. En aquel momento, ella iba permanentemente al médico porque temía tener una enfermedad orgánica: le costaba respirar, se sentía ahogada y tenía miedo a morirse.

En el año 1921, Sigmund Freud dijo: “No es lícito esperar que el uso de la palabra “pánico” esté fijado de manera precisa y unívoca. Muchas veces se designa con ella cualquier angustia de masas, otras también la angustia de un individuo que rebasa toda medida; con frecuencia parece reservarse el nombre para el caso en que la ocasión no justifica el estallido de angustia.”

Siguiendo a Freud, no todo pánico es una crisis de angustia. Analía sí se encontraba con un estado de angustia ese día que concurrió al consultorio. En el curso del tratamiento, a medida que ella pudo ir dando cuenta de qué era lo que la angustiaba, esas crisis que habían dado lugar a la consulta fueron cediendo. Fue ubicando que el “vos no podés” estaba ligado a un lugar en el que ella se había ubicado siendo niña, con relación a su hermana. Para su madre, Analía era la que no podía y su hermana sí.

Es preciso invitar al paciente a que hable de aquello que lo angustia, ya que en su decir está la verdad de lo que padece. A medida que el paciente va hablando de lo que le pasa, la angustia tiende a ceder. Esto, en la medida en que haya ahí un analista que pueda leer de qué se trata esa angustia e  intervenir adecuadamente.

Este afecto, la angustia, tiene aparición en el cuerpo. El aspecto físico de los pacientes cambia; hablan de falta de aire, de ahogo, presión en el tórax, dolor abdominal. También puede presentarse inervando una parte del cuerpo bajo la forma de una enfermedad. Muchas veces aparece ligado a un conjunto de ideas, que es lo que tiende a llamarse actualmente ansiedad.

En estas crisis, habitualmente hay un correlato somático y una gran imposibilidad para explicar por medio de la palabra a qué se vincula ese estado. Este desborde de angustia es lo que se llama pánico.  Pero en cada paciente, conforme a su subjetividad, la angustia se presenta de manera diferente.

Es importante aclarar que no se trata de una enfermedad. En la angustia, el sujeto da a leer algo que desconoce; por eso dice Lacan que es una especie de brújula que nos permite orientarnos en un análisis. Es decir, en psicoanálisis, la angustia nos permite situar qué le pasa al paciente. La intervención del analista hará posible, entre otras cosas, la emergencia del deseo en el sujeto y, por consiguiente, la salida a la angustia.

En el caso de Analía, ella fue advirtiendo en el curso de su análisis que el costo que pagaba por sostener esto que venía de su madre y a lo cual ella se había identificado – es decir que ella no podía– era muy alto. Convivía con malestares físicos habituales, había abandonado su carrera universitaria, y dejado de trabajar. Darse cuenta de todo esto no fue sin angustia, pero hizo posible que ella pueda empezar a pensarse de otro modo, de un modo que esté más acorde con su deseo y menos con el deseo del Otro.

 

** Vanina es Lic. en Psicología (UNLP), Psicoanalista. Atiende adolescentes y adultos | vaninaleis@hotmail.com

¿Tenés algo para compartir? ¡Queremos saberlo! Envianos tu colaboración y podés ser parte de Ojo al Piojo! Escribinos a redaccion@guiaojoalpiojo.com y nos ponemos en contacto!

encuesta


    * Campos obligatorios

    [anr_nocaptcha g-recaptcha-response]

    notas

    Cocinando en casa
    Masa de Fajita – Rapidita Integral
    marzo 2022 | OAP! Nº158
    Deco Hogar
    Almanaque 2023 GRATIS
    diciembre 2022 | OAP! Nº161

    seguinos

    facebook

    Ojo al Piojo! - RNPI N° 5236488 - Registro de marca 2.230.915