Psicología

Abuso sexual infantil: las señales a tener en cuenta

julio 2019 | OAP! Nº142

Por Antonella Sottosanto

 

Los niños y adolescentes víctimas de abuso sexual con frecuencia callan lo que han vivido por miedo, culpa, o vergüenza. UNICEF plantea que estas emociones van de la mano de diferentes traumas: el hecho de haber sido gravemente humillados y el sentirse cómplices de una situación desigual se suma a la posibilidad de ser estigmatizados por la sociedad si cuentan lo que les ha ocurrido. Desde nuestro lugar como padres, ¿a qué señales debemos prestar atención y cómo tenemos que actuar? Ante estos episodios, la terapia psicológica infantil se vuelve imprescindible en el proceso de sanación interna.

«La dificultad para caminar o sentarse, tener conocimientos sexuales inusuales para la edad, intentar acariciar a otros de manera inadecuada, e incluso tratar de repetir con los compañeros lo que han sufrido pasivamente son algunos de los indicadores de abuso sexual infantil», comenta Chantal Nicole Compagnet, licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (MN 54.028) y especialista en terapia para niños.

Según las estadísticas pertenecientes al programa Las Víctimas Contra las Violencias y realizadas a fines de 2016 por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en el 53% de los casos el abuso ocurre en el hogar de la víctima; el 47% de las víctimas tienen entre 6 y 12 años; y el 89% de los agresores son de género masculino. «Las niñas son las principales víctimas de abuso sexual, pero hay un porcentaje de varones que también lo sufren y que se está incrementando. Por otra parte, y, aunque cueste admitirlo, los abusadores son generalmente hombres de la familia o amigos de la misma», señala la especialista.

Pero, ¿a qué otras señales tenemos que prestar atención? La especialista sugiere una serie de indicadores interpersonales e intrapersonales que no debemos dejar de contemplar: «En muchos casos aparece la anulación del registro del afecto que se traduce en una apatía afectiva. Son niños que quedan anestesiados, ya que han sufrido un exceso de estímulos no acordes a su edad y como consecuencia optan por recluirse en su propio mundo». La licenciada consultada además agrega que, al tener muerta una parte de su conciencia, van a buscar ser «sacudidos para sentirse vivos».

Una de las vías es el dibujo. A través de ese proceso, pueden expresar lo ocurrido. «Los agresores son dibujados como si estuviesen gritando, sin pupilas en los ojos y con sus manos y pies denotando agresividad. Incluso se pueden evidenciar rayones en la hoja, manchones de color negro y hasta agujeros», explica la psicóloga y aclara que «no hay que generalizar» y que se debe tratar «caso por caso». Sin embargo, remarca que quienes han llegado a sufrir un ataque sexual «jugarán para tratar de elaborar lo traumático».

En este sentido, UNICEF indica que la consulta psicológica puede ser de gran utilidad, ya que ayuda a construir una escena de juego en donde pueden poner en acto su sufrimiento. «El niño llega al consultorio y despliega su verdad, pero si los adultos no lo escuchan, lo harán dudar de su percepción», señala la especialista y menciona que los menores requieren de un entorno conformado por adultos comprensivos que no los culpabilicen ni los juzguen.

Une Vie, asociación francesa comprometida con la protección de los menores en riesgo de abuso sexual, sugiere que «la gran mayoría de los abusadores son personas cariñosas y gentiles que aparentan amar a los niños». «Como padres, debemos saber con quiénes dejamos a nuestros hijos. Tenemos que establecer una buena comunicación con ellos para proponer medidas de acción, ya sea: gritar, correr, o salir de escena de alguna manera», dice Chantal.

«También es muy importante hablar sobre el cuidado del propio cuerpo para que preserven su intimidad cuando van al baño o cuando se cambian de ropa. Su cuerpo es su cuerpo y no puede ser tocado por ningún adulto. El niño no tiene posibilidad de defenderse ante su agresor, ya que la mayoría de las veces se encuentra amenazado, o le dicen que van a matar a su mamá, entonces se callan. Pero, cuando deciden hablar, no les creen o desestiman su versión», asegura la psicóloga.

La Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes afirma en su artículo N°9 que la persona que tome conocimiento de malos tratos, o de situaciones que atenten contra la integridad psíquica, física, sexual o moral de un niño, niña o adolescente, o cualquier otra violación a sus derechos debe comunicarlos a la autoridad local. Es decir que es responsabilidad de los adultos escuchar a los niños, creer en su relato y hacer la denuncia, sean o no sean sus padres. En este contexto, Chantal sostiene que «si los adultos no denuncian, se transforman automáticamente en cómplices del agresor».

 

¿Qué debemos hacer en caso de que ya se haya cometido el abuso? «Si hay lesiones, primero hay que preguntar qué sucedió y hacer la denuncia automáticamente. Luego, hay que llevar al menor a un centro de salud para que lo revisen con mucho cuidado, ya que, si son muy intrusivos, pueden hacer que vuelva a revivir el episodio. Se apunta siempre a no re-victimizar, sino de darle las herramientas para que pueda procesar esa situación traumática». De esta manera, para hacer la denuncia no se requiere la autorización de un superior jerárquico ni de la asistencia de un abogado.

Las consecuencias de haber sufrido abuso en la infancia pueden durar toda la vida. «Si el niño no es amparado ni refugiado en una familia, su subjetividad va a quedar dañada y, en los casos más extremos, será un objeto de goce para el otro, un objeto al que se puede humillar, golpear, herir o violar. Si el abuso fue cometido por algún familiar, se considera incesto», explica la especialista y comenta que «lo incestuoso provoca severas secuelas en su estructuración psíquica».

Desde UNICEF lo fundamental es asegurarle al menor que «no fue su culpa» y reforzar en él «la idea de que fue muy valiente por haber contado lo sucedido», ya que esto representa el inicio de su recuperación. Para denunciar casos de abuso infantil, la línea 0800-222-1717 brinda atención telefónica las 24 hs, los 365 días del año y ofrece el acompañamiento de un equipo conformado por psicólogos, trabajadores sociales y personal policial.

 

Antonella es periodista (Éter) y Lic. en Cs. de la Comunicación (Uade) | antonellasottosanto@gmail.com

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