Abran cancha

Por Valeria Chiti

El fútbol femenino existe desde hace un siglo, pero fue recién hace unos pocos años que comenzó a resonar con fuerza. De a poco, las mujeres se sumaron a la propuesta de participar de torneos amateurs de fin de semana emulando a los varones. Más adelante, la necesidad de prepararse mejor para competir las llevó al siguiente paso: entrenarse durante la semana. Con el correr del tiempo y en base a esta demanda comienzan a surgir los grupos de entrenamiento femenino.

Pero este breve resumen general tiene siempre su contracara particular. Jimena B. (33 años) nos cuenta que su relación con el fútbol nace al compartir su infancia con su hermano mayor. Lo más común para ellos era pasar las tardes jugando a la pelota en el patio de su casa. Pero puertas afuera la realidad era otra y en el cole, por ejemplo, estaba muy claro que sólo los varones tenían fútbol y que esta actividad tampoco figuraba en las posibles alternativas extracurriculares para las chicas. En su Ituzaingó natal el fútbol no era femenino, no estaba a su alcance y era mal visto.

Paola Wilcke (socióloga, UBA) reflexiona acerca de como la irrupción de la mujer en deportes como el fútbol lleva a la actual necesidad de redefinir qué es lo “femenino” y lo “masculino”. ¿Cómo conceptualizamos, como sociedad en general, la “femineidad” y la “masculinidad” por fuera de la cultura existente? Por ejemplo, ciertos gestos o un modo de caminar atribuidos culturalmente a lo femenino ¿definen naturalmente a una mujer? Para buscar respuestas Wilcke se retrotrae en el tiempo y sigue cuestionando: ¿había una diferencia cierta entre el modo de caminar del “homo-erectus” mujer y el del “homo-erectus” hombre en realidad?

El fenómeno del fútbol femenino debe comprenderse según Paola desde su historicidad. Es siempre el resultado primero, de la instalación del tema como problemática social, es decir su reconocimiento en un lugar y tiempo dadosy luego una vez definido el problema social comienzan las luchas simbólicas y de acuerdo a quién gana estas luchas qué es lo que efectivamente puede hacerse.

Según la experiencia de Mauro Vidal, entrenador, coordinador y director de escuelas de fútbol, todavía existen prejuicios y éstos sorprendentemente no vienen de los varones, sean padres o jugadores, sino de las madres que son reticentes a que sus hijas jueguen al fútbol y a que lo hagan con hombres.

A pesar de esta situación Vidal identifica un cambio de paradigma social de la mano de cómo ha ido mutando la posición y el rol que tiene hoy en día la mujer en la sociedad. Ve en el fútbol una oportunidad real para que las mujeres den un paso más en un deporte típicamente machista e incluye también a las periodistas deportivas y a la gran presencia femenina en las canchas.

Jimena B. habla del surgimiento del fútbol femenino cuando la sociedad da lugar a que hombres y mujeres puedan hacer las mismas cosas y el fútbol deja de a poco, de verse como un juego que sólo los hombres pueden practicar.

Wilcke nos recuerda sin embargo, que cada vez que la mujer ha avanzado en sus reivindicaciones ha habido una base material que lo posibilitó. Pone como ejemplo la inserción laboral de la mujer y su acceso a la educación como consecuencia de la devastada población masculina luego de las guerras mundiales y la alta demanda de trabajo por cubrir. Por otro lado no considera acertado hablar de “liberación femenina” cuando la inclusión en el ámbito público dominado por los hombres no deslindó a las mujeres de sus obligaciones en el ámbito privado. No hay que desconocer, relata Paola Wilcke, que estas apariciones oportunas de la mujer en el ámbito público están fuertemente relacionadas con cuestiones económicas e identifica la necesidad de todo sistema capitalista de ampliar mercados frente a la saturación, en este caso, del consumo de fútbol masculino.

Si el objetivo está puesto en la profesionalidad, Mauro advierte que el camino es arduo. Luego de iniciarse en las escuelas de fútbol, las mujeres pasan a probarse en los clubes donde la oferta es escasa ya que son pocos los clubes que pueden ofrecer todas las categorías y esto obliga a las mujeres a tener que destacarse para “ganar un lugar”. Hay que esforzarse el doble, vencer los prejuicios y además soportar una extrema competitividad. Actualmente las jugadoras están disputando su derecho a ser profesionales y poder vivir del deporte.  Sin embargo se torna difícil equiparar el negocio vinculado al fútbol masculino aunque el mercado rápidamente reaccionó en lo referente a indumentaria femenina y publicidad.

Jimena coincide en que actualmente hay una amplia gama de vestuario para fútbol femenino incluyendo camisetas y botines y un abordaje femenino desde las marcas. Hoy en día y luego de dedicarse al vóley profesional, Jimena forma parte del equipo de fútbol del Concejo de Ciencias Económicas de CABA, además de entrenar en un renombrado gimnasio. Esta actividad le insume casi seis horas semanales más los ocasionales partidos. Nos cuenta que hay muchos perfiles de jugadora pero básicamente comparten el gusto por competir, correr y creer en el juego colectivo. Según Jimena, no hace falta ser una fanática del fútbol para poder jugarlo.

Esta historia ya comenzó y la pelota echó a rodar hace rato: abran cancha porque las mujeres llegaron al fútbol para quedarse.

Para seguir leyendo…

¡Qué jugadora!, de Ayelén Pujol

El libro recorre la historia de un siglo de fútbol femenino en la Argentina, con fotos de archivo y coberturas periodísticas de otra época. A través de las voces de sus protagonistas, reivindica la trama subterránea de este deporte.

@ayelenpujol “La tarea es recuperar la historia para construir futuro!”

Ojo al Piojo!, sponsor de fútbol femenino en Gran Buenos Aires

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